El Poder de la Sangre: Explorando el Nuevo Testamento de Hebreos, Libro 9
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El capítulo 9 del libro de Hebreos del Nuevo Testamento presenta una explicación detallada del sistema de adoración y sacrificios en el Antiguo Testamento y su relación con el sacrificio final de Jesucristo.
El autor comienza describiendo el Templo de Jerusalén, donde se llevaban a cabo los rituales religiosos. Explica que solo el sumo sacerdote podía ingresar al lugar santísimo, donde se encontraba el Arca de la Alianza, una representación del trono de Dios. Allí, el sumo sacerdote ofrecía un sacrificio de sangre para expiar los pecados del pueblo.
El autor también se refiere a los sacrificios de animales que se llevaban a cabo en el Tabernáculo y en el Templo, los cuales eran ofrecidos para obtener el perdón de los pecados y purificar a los adoradores.
Sin embargo, el autor explica que todos estos sacrificios y rituales eran solo una sombra, una prefiguración del sacrificio final que vendría con Jesucristo, quien ofreció su propia vida como sacrificio perfecto para el perdón de los pecados de todos los creyentes.
El autor explica que Jesucristo es el sumo sacerdote perfecto, quien entró en el lugar santísimo del cielo no hecho por manos humanas y ofreció su propia sangre como sacrificio para limpiar la conciencia de los creyentes del pecado.
Al final del capítulo, el autor señala que el sacrificio de Jesucristo es suficiente para perdonar los pecados de todos los creyentes, y que no es necesario seguir ofreciendo sacrificios de animales ni realizar rituales religiosos para obtener perdón. En cambio, los creyentes deben confiar en el sacrificio único y perfecto de Jesús para obtener la salvación y la vida eterna.
Pincha en cada uno de los versículos para obterner una explicación más detallada de él.
Heb 9:1 Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal.
Heb 9:1 Este versículo del libro de Hebreos del Nuevo Testamento se refiere al antiguo pacto o alianza que Dios hizo con el pueblo de Israel en tiempos antiguos. Según el versículo, este primer pacto incluía reglas detalladas sobre cómo adorar a Dios y un lugar físico sagrado para hacerlo. El versículo sugiere que el tabernáculo terrenal, que fue el lugar de encuentro entre Dios y los israelitas en el Antiguo Testamento, era un santuario físico temporal y provisional. Fue establecido por Dios para el pueblo de Israel como parte de su sistema de adoración, pero no era la morada permanente de Dios. En el Nuevo Testamento, se nos dice que Jesucristo, a través de su muerte y resurrección, abrió un camino para una nueva alianza entre Dios y la humanidad. Desde entonces, los creyentes ya no necesitan seguir las antiguas ordenanzas de culto y ya no necesitan un santuario terrenal porque Dios ahora los habita a través del Espíritu Santo.
Heb 9:2 Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición.
Heb 9:2 Este versículo se refiere al tabernáculo, que era la estructura portátil utilizada por los israelitas durante su tiempo en el desierto. El lugar santo era una de las dos secciones del tabernáculo, la otra sección era el Lugar Santísimo. En el Lugar Santo, había tres objetos sagrados: el candelabro, la mesa y los panes de la proposición. El candelabro era un objeto de siete ramas que permitía la iluminación del lugar, la mesa se utilizaba para colocar los panes que representaban la presencia de Dios en el lugar, y los panes de la proposición eran panes consagrados y puestos sobre la mesa en el tabernáculo. Todo esto formaba parte de las leyes y rituales de los judíos en su relación con Dios.
Heb 9:3 Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo,
Heb 9:3 Este versículo se encuentra en la carta a los Hebreos capítulo 9, que habla de la antigua ley de Moisés y cómo Jesucristo, el Hijo de Dios, cumplió esa ley y abrió un camino para la salvación de la humanidad. En el versículo en cuestión, se describe el Tabernáculo, que era una construcción móvil que los israelitas llevaban con ellos en su marcha por el desierto y que contenía el altar de sacrificios y el lugar donde se guardaban las tablas de la ley. El Tabernáculo estaba dividido en dos secciones por un velo: una sección llamada el Lugar Santo y otra llamada el Lugar Santísimo. El Lugar Santísimo era la parte más sagrada del Tabernáculo, donde se encontraba el Arca de la Alianza, que contenía las tablas de la ley y representaba la presencia de Dios en medio del pueblo de Israel. Sólo el sumo sacerdote podía entrar en el Lugar Santísimo, y sólo una vez al año, en el Día de la Expiación, después de realizar una serie de rituales y purificaciones. El autor de la carta a los Hebreos menciona el Lugar Santísimo como un ejemplo de la antigua ley de Moisés, que era una ley basada en rituales y sacrificios para obtener el perdón de los pecados. Sin embargo, Jesucristo, como sumo sacerdote perfecto, entró una vez por todas en el Lugar Santísimo del verdadero santuario celestial, no hecho por manos humanas, y obtuvo una redención eterna para todos los que creen en Él. De esta manera, Jesucristo abrió un camino hacia la salvación que no depende de rituales ni de la intercesión de un sumo sacerdote humano, sino que se basa en su sacrificio perfecto en la cruz.
Heb 9:4 el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto;
Heb 9:4 Este versículo habla sobre el lugar sagrado del antiguo templo judío, también conocido como el Tabernáculo. El Tabernáculo era un lugar donde se guardaban las reliquias más sagradas de la fe judía, incluyendo el arca del pacto. El versículo describe cómo el arca del pacto estaba completamente cubierta de oro y contenía una urna de oro que guardaba el maná, una vara de Aarón que había florecido y las tablas del pacto - las leyes sagradas entregadas por Dios a Moisés en el Monte Sinaí. El incensario de oro mencionado también era un objeto sagrado que se utilizaba en los servicios religiosos en el Tabernáculo. En resumen, este versículo habla sobre los objetos sagrados y poderosos de la antigua fe judía y su lugar sagrado.
Heb 9:5 y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalle.
Heb 9:5 Este versículo se refiere a la descripción del Tabernáculo que se menciona en el libro de Éxodo en el Antiguo Testamento. En el versículo se menciona que sobre el propiciatorio (la tapa del arca que contenía las tablas de los Diez Mandamientos) estaban colocados unos querubines de gloria. Estos son seres celestiales que simbolizan la cercanía de Dios y su presencia en el lugar sagrado. El autor de la carta a los Hebreos está haciendo referencia a este Tabernáculo como una figura simbólica que representa la relación entre Dios y la humanidad. Sin embargo, también menciona que hay algunos detalles sobre estas cosas que no pueden ser explicados en detalle en ese momento. Es posible que se refiera a ciertos aspectos teológicos o simbolismos que se consideran demasiado sagrados o difíciles de entender para explicar en una carta. En resumen, este versículo nos recuerda la importancia de la relación con Dios y su presencia sagrada.
Heb 9:6 Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto;
Heb 9:6 Este versículo hace referencia al antiguo sistema de adoración en el Antiguo Testamento, donde los sacerdotes tenían que entrar continuamente en la primera parte del tabernáculo para realizar los oficios del culto. El tabernáculo era un templo portátil que los israelitas usaban durante su tiempo en el desierto, y los sacerdotes eran los encargados de ofrecer los sacrificios y realizar otros rituales de adoración en nombre del pueblo. Este versículo en particular destaca la importancia de los sacerdotes en el culto y la necesidad de una presencia constante en el tabernáculo para ofrecer sacrificios y realizar otros rituales prescritos. También establece la importancia de seguir un sistema ordenado y establecido en la adoración, algo que es común en muchas religiones.
Heb 9:7 pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo;
Heb 9:7 Este versículo se refiere a la práctica del sumo sacerdote en la religión judía de ofrecer un sacrificio anual en el templo para expiar los pecados del pueblo. El sumo sacerdote solo podía hacer este sacrificio una vez al año, y debía hacerlo con sangre, simbolizando la gravedad del pecado. Este sacrificio no solo era por los pecados del pueblo en general, sino también por los pecados del propio sumo sacerdote. La idea principal detrás de este versículo es que la expiación del pecado es un proceso serio que involucra sacrificio y arrepentimiento, y que solo puede ser realizada por un líder religioso designado (el sumo sacerdote).
Heb 9:8 dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie.
Heb 9:8 Este verso se refiere al antiguo sistema de adoración judío en el que el sumo sacerdote entraba en el Lugar Santísimo del templo solo una vez al año, en el Día de la Expiación, para ofrecer sacrificios por los pecados del pueblo. El Tabernáculo, que precedió al Templo, también tenía una "primera parte" que estaba abierta al público y una "segunda parte" llamada el Lugar Santísimo donde solo el sumo sacerdote podía entrar. El verso indica que antes de la muerte y resurrección de Jesús como el sacrificio perfecto, el camino al Lugar Santísimo (la presencia de Dios) aún no se había manifestado plenamente. La acción del Espíritu Santo en ese entonces era revelar a las personas la necesidad de un Salvador y su papel en hacer posible un acceso directo a Dios. Sin embargo, el verso también sugiere que el "primer Tabernáculo" (el sistema de adoración antiguo) estaba "en pie", lo que significa que aún no se había producido una transición completa al nuevo sistema de adoración que vino con Jesús. El verso está señalando la importancia de la llegada de Jesús y la eliminación del antiguo sistema para permitir un acceso completo a la presencia de Dios.
Heb 9:9 Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto,
Heb 9:9 Este versículo se refiere a que en el Antiguo Testamento, la ley requería ofrendas y sacrificios de animales para obtener perdón de los pecados. Pero estas ofrendas y sacrificios no eran suficientes para hacer perfecto al hombre en cuanto a su conciencia, ya que no podían librarlo completamente del sentimiento de culpa. El escritor de Hebreos está diciendo que estos sacrificios y ofrendas eran solamente un símbolo de algo que vendría en el futuro, que sería el sacrificio perfecto de Jesucristo en la cruz. Jesús es el único que puede hacer perfecto al hombre en su conciencia, y su sacrificio es el único que puede ofrecer total perdón y liberación de la culpa.
Heb 9:10 ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas.
Heb 9:10 Este versículo se refiere a las leyes y regulaciones en el Antiguo Testamento de la Biblia, que incluían restricciones sobre lo que comer y beber, los rituales de limpieza y los sacrificios de animales. Estas leyes fueron impuestas por Dios para enseñar al pueblo de Israel sobre la purificación y la obediencia a Dios. Sin embargo, después de la llegada de Jesucristo, estas leyes ya no son necesarias para obtener la salvación y se consideran obsoletas. El nuevo pacto de Cristo con sus seguidores se basa en la gracia y la fe, no en las obras de la ley. Por lo tanto, este versículo indica que estas ordenanzas acerca de la carne ya no son necesarias para la salvación, sino que Jesucristo ha reformado todas las cosas.
Heb 9:11 Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación,
Heb 9:11 Este versículo se refiere a Jesucristo como el sumo sacerdote de los bienes venideros, que ha venido a través de un tabernáculo más amplio y perfecto que no ha sido hecho por manos humanas. El autor de Hebreos está haciendo hincapié en que Cristo es superior a todos los sumos sacerdotes del Antiguo Testamento y que ha venido para ofrecer una salvación eterna y perfecta. El tabernáculo mencionado aquí no es el tabernáculo físico del Antiguo Testamento, sino el cuerpo de Jesucristo, que ha venido a dar un sacrificio perfecto para la purificación de los pecados de la humanidad. El autor también está haciendo referencia a la idea de que el verdadero lugar de adoración no está en un edificio físico, sino en la presencia de Dios en la vida de los creyentes.
Heb 9:12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.
Heb 9:12 Este versículo se refiere al sacrificio que Jesús hizo al derramar su propia sangre en la cruz para obtener la redención de los pecados de la humanidad. El versículo hace referencia a los sacrificios que se requerían en el Antiguo Testamento, en los que se utilizaba la sangre de animales como machos cabríos y becerros para purificar a la gente de sus pecados. Sin embargo, Jesús vino a ofrecer un sacrificio perfecto y completo al ofrecer su propia sangre, lo que nos ha dado una redención eterna. Esto significa que, a través de la muerte de Jesús, podemos ser perdonados y tener vida eterna en lugar de tener que ofrecer continuamente sacrificios animales para la expiación de nuestros pecados.
Heb 9:13 Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne,
Heb 9:13 En este versículo, el autor de Hebreos está hablando de los ritos de purificación de la ley mosaica en el Antiguo Testamento. Según esta ley, la sangre de los animales fue usada para simbolizar la purificación de los pecados y la limpieza de la impureza ceremonial. El versículo dice que si la sangre de los toros y los machos cabríos, junto con las cenizas de una becerra, podían purificar la carne de una persona, entonces cuanto más podría hacer la sangre de Cristo (que es un sacrificio superior al de los animales) para purificar nuestros corazones y almas de todo pecado y culpa. En esencia, se está afirmando que la sangre de Cristo tiene una mayor capacidad purificadora que la sangre de los animales.
Heb 9:14 ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?
Heb 9:14 Este verso habla sobre cómo la sangre de Jesucristo puede limpiar nuestras conciencias de nuestras obras muertas, lo que significa que nos libera de la culpa y el remordimiento de nuestros pecados. La ofrenda de Cristo a través del Espíritu eterno fue perfecta y sin mancha, lo que significa que su sacrificio perfecto nos permite acercarnos a Dios con limpieza y pureza renovadas. La sangre de Cristo es vista como un medio para la expiación de los pecados y para que podamos servir al Dios vivo siendo libres de la carga del pecado.
Heb 9:15 Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.
Heb 9:15 Este versículo se refiere a Jesús como el mediador de un nuevo pacto entre Dios y la humanidad. El antiguo pacto se basaba en la Ley de Moisés, pero el nuevo pacto se basa en la fe en Jesús como el salvador. A través de su muerte, Jesús brinda la remisión de las transgresiones que quedaron bajo el antiguo pacto. Los creyentes reciben la promesa de la herencia eterna a través de su fe en Jesús y su obra redentora en la cruz. En resumen, este versículo destaca la importancia de Jesús como mediador entre Dios y los creyentes, y su papel en asegurar la salvación eterna para aquellos que creen en él.
Heb 9:16 Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador.
Heb 9:16 En este versículo, el autor de Hebreos está hablando sobre la importancia de la muerte del testador en relación a un testamento. En la cultura judía, y en muchas otras culturas antiguas, los testamentos se hacían solemne y legalmente en presencia de testigos. Sin embargo, un testamento no entraba en vigor hasta que el testador fallecía. Entonces, este versículo nos enseña que la muerte del testador es necesaria para que se cumpla lo que se haya estipulado en el testamento. Esto tiene una aplicación espiritual también, ya que el autor de Hebreos está hablando sobre el sacrificio de Jesús en la cruz, su muerte es necesaria para cumplir la promesa de salvar a la humanidad, como lo estipuló Dios en el Antiguo Testamento. En otras palabras, como Jesús murió, su sacrificio es válido y está en vigor para aquellos que creen en él.
Heb 9:17 Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive.
Heb 9:17 Este versículo se refiere al concepto de "testamento" o "testamento" en el contexto de la ley antigua. En el Antiguo Testamento de la Biblia, se estableció la práctica de hacer un "testamento" o un acuerdo legal en el que se establecían las condiciones de la herencia después de la muerte de una persona. Hebreos 9:17 explica que el testamento solo se convierte en legal y vinculante después de la muerte del testador. En otras palabras, el acuerdo no se consideraba válido mientras el testador todavía estuviera vivo. Esto significa que, en el contexto de la ley antigua, una persona no podía simplemente hacer un acuerdo con alguien para que heredara sus bienes después de su muerte y luego cambiar de opinión más tarde. Eso no se consideraría válido o legal según los estándares de ese tiempo. Este versículo también es relevante en un sentido espiritual. En la Biblia, Cristo es considerado el "testador" de un nuevo pacto o "testamento" que establece las condiciones de la salvación eterna para aquellos que creen en él. La muerte de Cristo en la cruz confirmó y estableció este nuevo pacto como legal y vinculante para todos los creyentes.
Heb 9:18 De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre.
Heb 9:18 Este versículo se refiere al hecho de que en el Antiguo Testamento, los pactos y las alianzas con Dios eran sellados con sangre de animales sacrificados. El autor de Hebreos está diciendo que incluso el primer pacto, que se hizo con Moisés en el Monte Sinaí, fue instituido con sangre. Esto es importante porque la sangre simbolizaba la purificación y la expiación de los pecados, y era esencial para la reconciliación entre Dios y su pueblo. El Nuevo Testamento, a través de la muerte de Jesús, también establece un nuevo pacto con Dios, pero esta vez la sangre es la de Jesús mismo, quien se ofreció a sí mismo como sacrificio para la redención de la humanidad.
Heb 9:19 Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo,
Heb 9:19 Este versículo se refiere a un evento en el Antiguo Testamento en el que Moisés tomó la sangre de los becerros y machos cabríos junto con agua, lana escarlata e hisopo. Luego roció este líquido sobre el "mismo libro" y también sobre el pueblo en general. Esta acción fue parte de un ritual que tenía como propósito purificar al pueblo de sus pecados. La sangre de los animales representaba el sacrificio por el pecado y el agua, la lana escarlata y el hisopo simbolizaban la limpieza. Al rociar el líquido sobre el pueblo y el libro, Moisés estuvo realizando un acto simbólico de la expiación de los pecados del pueblo. Él estaba recordándoles a todos los mandamientos y establecimientos que Dios había hecho en su alianza con el pueblo de Israel. Este evento fue muy significativo en la cultura judía y tuvo un profundo impacto en cómo entendían la gracia y el perdón de Dios. El versículo en Hebreos 9:19 se refiere a este evento para enfatizar la importancia del sacrificio expiatorio en la religión judía, pero también para señalar cómo Cristo, como el sacrificio final y supremo, cumple con todas las exigencias de la ley y expía nuestras faltas de una vez por todas.
Heb 9:20 diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado.
Heb 9:20 El versículo hace referencia a una ceremonia que se llevó a cabo en el Antiguo Testamento en la que se sacrificaba un animal y se rociaba su sangre sobre el pueblo para sellar un pacto con Dios. En este caso, el autor de Hebreos está usando esta imagen como una metáfora para explicar que la sangre de Jesucristo es el sacrificio perfecto que sella un nuevo pacto entre Dios y la humanidad. Jesucristo ofrece su propia sangre como el sacrificio final y definitivo que hace posible la reconciliación entre Dios y los seres humanos. Así, el versículo sugiere que la sangre de Jesucristo es el medio por el cual los creyentes pueden tener acceso a la salvación y la vida eterna.
Heb 9:21 Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio.
Heb 9:21 En este verso, el autor de Hebreos se está refiriendo al antiguo ritual de la purificación y santificación del tabernáculo y sus utensilios por medio de la sangre de los sacrificios. La sangre se rociaba sobre el tabernáculo y sobre los utensilios sagrados para purificarlos y consagrarlos para el servicio de Dios. Esto era una parte importante del ritual en el antiguo pacto entre Dios y su pueblo. En el nuevo pacto, la sangre de Jesucristo se convierte en el sacrificio perfecto y se ofrece una vez por todas para purificar y santificar a todo aquel que invoca su nombre y cree en él como su salvador y Señor.
Heb 9:22 Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.
Heb 9:22 Este versículo se refiere a la práctica antigua en la religión judía de ofrecer sacrificios de animales como expiación por el pecado. Según la ley de Moisés, casi todo (si no todo) debía purificarse o expiarse mediante la sangre de un animal cuyo sacrificio ofrecía una forma de satisfacción y perdón de los pecados cometidos. En el contexto, el escritor de Hebreos está comparando los sacrificios de animales con el sacrificio de Jesucristo, quien se ofreció a sí mismo para expiar el pecado de la humanidad y hacernos libres del pecado y de la muerte. Sin el derramamiento de su sangre, no habría remisión, porque fue él quien se ofreció voluntariamente como sacrificio perfecto y eterno para salvar a la humanidad.
Heb 9:23 Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos.
Heb 9:23 Este verso se refiere al Antiguo Testamento, donde los sacrificios y rituales de purificación eran necesarios para limpiar las figuras y elementos terrenales que representaban las cosas celestiales, como el templo terrenal que representaba el templo celestial. Sin embargo, en el Nuevo Testamento, Jesucristo ofreció el sacrificio perfecto y eterno para la purificación de nuestros pecados y para reconciliarnos con Dios. Por lo tanto, las cosas celestiales ahora son purificadas y alcanzadas a través de este mejor sacrificio, el sacrificio de Cristo.
Heb 9:24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios;
Heb 9:24 Este versículo habla acerca de cómo Cristo, después de haber sido crucificado y resucitado, no entró en el santuario físico hecho por el hombre, que era una representación terrenal del verdadero santuario, sino que entró en el cielo mismo para presentarse ante Dios en nuestro nombre. Esto significa que la obra redentora de Cristo sobrepasa todo lo que los sacerdotes del antiguo sistema podían hacer en el santuario terrenal. Jesús se presentó ante Dios en el verdadero santuario celestial, no solo para obtener el perdón de nuestros pecados sino también para actuar como nuestro mediador y defensor ante el trono de Dios.
Heb 9:25 y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena.
Heb 9:25 Este versículo se refiere al hecho de que en el Antiguo Testamento, el sumo sacerdote tenía que ofrecer sacrificios de animales en el lugar santísimo del templo una vez al año, para expiar los pecados del pueblo de Israel. Pero en contraste, Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, ofreció su propia sangre una vez y para siempre, en el lugar santísimo del cielo, para lograr nuestra redención eterna. Por lo tanto, no necesita ofrecerse muchas veces al igual que los sacerdotes antiguos. La obra de Jesucristo es suficiente y completa en sí misma.
Heb 9:26 De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.
Heb 9:26 Este versículo en la epístola a los Hebreos habla acerca del sacrificio de Jesucristo y cómo este fue suficiente para quitar el pecado de la humanidad. El escritor de la epístola explica que si Jesús no hubiera venido a hacer este sacrificio, entonces tendría que haber sufrido muchas veces desde el principio del mundo para compensar los pecados de las personas. Sin embargo, a través de la muerte de Jesús en la cruz, el pecado ha sido eliminado de en medio de las personas de una vez por todas. Los cristianos creen que esto fue posible porque Jesucristo era el hijo de Dios y que su sacrificio representa el amor y la gracia de Dios hacia toda la humanidad.
Heb 9:27 Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio,
Heb 9:27 Este versículo de la carta a los Hebreos está haciendo referencia a la certeza de la muerte humana y la verdad de que después de la muerte, viene el juicio de Dios. El autor de Hebreos dice que así como está establecido para los hombres morir una sola vez, es decir, que la muerte es un evento inevitable e ineludible para todos los seres humanos, también es una verdad que después de la muerte, cada persona será juzgada por Dios según sus acciones y decisiones tomadas en vida. Este versículo nos recuerda la importancia de vivir una vida justa y piadosa ante los ojos de Dios, ya que nuestro tiempo en la tierra es breve y tenemos una responsabilidad espiritual que enfrentar.
Heb 9:28 así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.
Heb 9:28 Este versículo se refiere a la obra salvadora de Jesucristo. La primera vez que se ofreció como sacrificio, lo hizo para llevar los pecados de muchos y cumplir con la justicia divina. Su muerte en la cruz fue suficiente para cubrir todos los pecados de la humanidad. Sin embargo, Cristo no se quedó muerto, sino que resucitó y ascendió al cielo. La segunda venida de Cristo será para salvar a los que creen en Él y lo esperan, pero en esta ocasión no tendrá ninguna relación con el pecado, ya que esa deuda se pagó en la cruz. Su segunda venida será para juzgar al mundo y para llevar a los creyentes a su hogar eterno, donde ya no habrá dolor, sufrimiento ni muerte. En resumen, este versículo nos recuerda que la obra redentora de Cristo ya fue cumplida en la cruz y que su segunda venida será para completar nuestra salvación y llevarnos a la vida eterna.