Santiago: Un viaje a través del Nuevo Testamento


El libro del Nuevo Testamento de Santiago es una epístola escrita por el apóstol Santiago, quien fue uno de los líderes de la iglesia en Jerusalén. Este libro es uno de los textos más prácticos y realistas dentro del Nuevo Testamento, ya que se enfoca en la vida cristiana diaria y las actitudes que los creyentes deben tener. La carta comienza con una exhortación a la perseverancia en la fe durante las pruebas y tribulaciones. Santiago enfatiza la importancia de la sabiduría y de buscarla de Dios en oración, en lugar de depender de la sabiduría del mundo. También aborda el tema de la tentación y cómo se puede resistir al diablo. El libro de Santiago enfatiza la necesidad de la obediencia a la palabra de Dios y de ponerla en práctica. Habla sobre la importancia de cuidar las palabras que decimos, ser pacientes y misericordiosos con los demás, y ayudar a los necesitados. También aborda la importancia de tener fe activa, y no solo una fe en palabras. En la carta, Santiago también habla sobre la relación entre la fe y las obras, y cómo ambas son importantes en la vida cristiana. Él dice que la fe sin obras es inútil y que la fe verdadera se refleja en las acciones que tomamos. Finalmente, Santiago da consejos para los creyentes sobre cómo vivir y cómo tratar a los demás en la iglesia. Él habla sobre la importancia de orar unos por otros, confesar nuestros pecados y restaurar relaciones rotas. También exhorta a los ricos a ser generosos y a no confiar en sus riquezas. En resumen, el libro de Santiago es un llamado a la acción y a la práctica de la fe, y una guía práctica para vivir una vida cristiana justa y obediente.

Pincha en cada uno de los versículos para obterner una explicación más detallada de él.

Jam 1:1 Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud.
Jam 1:2 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,
Jam 1:3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.
Jam 1:4 Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.
Jam 1:5 Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.
Jam 1:6 Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.
Jam 1:7 No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.
Jam 1:8 El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.
Jam 1:9 El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación;
Jam 1:10 pero el que es rico, en su humillación; porque él pasará como la flor de la hierba.
Jam 1:11 Porque cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca, su flor se cae, y perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todas sus empresas.
Jam 1:12 Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.
Jam 1:13 Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie;
Jam 1:14 sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.
Jam 1:15 Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.
Jam 1:16 Amados hermanos míos, no erréis.
Jam 1:17 Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.
Jam 1:18 El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.
Jam 1:19 Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse;
Jam 1:20 porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.
Jam 1:21 Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.
Jam 1:22 Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.
Jam 1:23 Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural.
Jam 1:24 Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.
Jam 1:25 Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.
Jam 1:26 Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana.
Jam 1:27 La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.

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