Explorando la Vida en Cristo: Un Estudio Profundo del Libro 3 de 1 Juan
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El libro del Nuevo Testamento de 1 Juan, capítulo 3, comienza recordando a los lectores el amor que Dios nos ha dado: "Ved cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios" (versículo 1). Luego, comienza a hablar sobre la purificación que ocurre como resultado de nuestra relación con Dios, que nos transforma en seres más parecidos a Él: "Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro" (versículo 3).
Juan también habla sobre el pecado, y cómo aquellos que lo cometen no pueden tener una relación íntima con Dios: "Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley. Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él" (versículos 4-5).
En el versículo 7, Juan insta a sus lectores a amarnos los unos a los otros, porque "el amor es de Dios." Aquellos que verdaderamente aman a los demás son parte de la familia de Dios y, por lo tanto, son "hijos de Dios" (versículo 10).
Más adelante, en los versículos 16-18, Juan continúa hablando sobre el amor, llamando a los creyentes a amar de manera práctica y no solo de palabra. También asegura a los lectores que aquellos que aman a los demás y siguen los mandamientos de Dios pueden tener confianza en su relación con Él.
El capítulo concluye hablando sobre cómo el Espíritu Santo nos ayuda a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios y a permanecer en comunión con Él: "Y en esto conocemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado" (versículo 24).
En resumen, el capítulo 3 del libro del Nuevo Testamento de 1 Juan habla sobre el amor de Dios por nosotros, la purificación que viene de nuestra relación con Él, el pecado y la importancia de amar a los demás. También enseña que aquellos que aman a los demás y siguen los mandamientos de Dios pueden tener confianza en su relación con Él, y que el Espíritu Santo nos ayuda a permanecer en comunión con Dios.
Pincha en cada uno de los versículos para obterner una explicación más detallada de él.
1Jo 3:1 Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.
1Jo 3:1 Este versículo de 1 Juan 3:1 habla sobre el amor que Dios tiene por nosotros, y cómo este amor nos hace hijos de Dios. Dios nos ama incondicionalmente y nos ha dado la oportunidad de ser llamados sus hijos. Sin embargo, el mundo no puede entender este amor, ya que no conocen a Dios o no tienen una relación cercana con él. Es por eso que, como hijos de Dios, a menudo podemos sentir que estamos siendo malentendidos o juzgados por aquellos que no conocen este amor. Pero debemos recordar que somos amados por el Padre celestial y que eso es lo más importante.
1Jo 3:2 Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.
1Jo 3:2 Este versículo de la Biblia nos habla sobre nuestra identidad en Jesucristo como hijos de Dios y nuestra esperanza futura en Él. Actualmente somos hijos de Dios, pero aún no hemos experimentado todo lo que Dios tiene preparado para nosotros. Sin embargo, sabemos que cuando Jesús regrese en su gloria, veremos su verdadera naturaleza divina y seremos transformados a su imagen, libres de pecado y con cuerpos perfectos como el suyo. En resumen, este pasaje nos recuerda que nuestra esperanza debe estar en Jesucristo y en su promesa de transformarnos completamente cuando Él regrese.
1Jo 3:3 Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.
1Jo 3:3 Este versículo hace referencia a la importancia de la esperanza en Dios y cómo esta esperanza puede ayudarnos a purificarnos a nosotros mismos. La "esperanza en él" se refiere a tener fe en Dios y en sus promesas, y confiar en que él nos ayudará a superar nuestros errores y a alcanzar una vida de pureza. La segunda parte del versículo, "se purifica a sí mismo, así como él es puro" significa que, al tener esta esperanza en Dios, nos esforzamos por vivir nuestra vida de acuerdo a sus enseñanzas y ejemplos. Esto nos lleva a tomar decisiones que nos alejan del pecado y nos acercan a la pureza y santidad que Dios ejemplifica. Al hacer esto, estamos purificando nuestras vidas y siguiendo el camino que Jesús nos mostró.
1Jo 3:4 Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley.
1Jo 3:4 Este versículo en 1 Juan 3:4 explica que el pecado es una violación de la ley de Dios. Dios ha establecido una ley moral que debemos seguir, y cuando desobedecemos esa ley, estamos cometiendo pecado. En otras palabras, el pecado no es solo una mala acción, sino que es algo que va en contra de la voluntad de Dios y de lo que él ha establecido como correcto y justo. En resumen, este versículo nos recuerda que todos somos susceptibles de pecar, y que necesitamos arrepentirnos y pedir perdón a Dios para ser perdonados.
1Jo 3:5 Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él.
1Jo 3:5 Este versículo de la Biblia hace referencia a la obra redentora de Jesucristo en la cruz. Él vino al mundo para quitar nuestros pecados, es decir, para tomar sobre sí mismo el castigo que nosotros merecíamos. Al hacer esto, Jesús nos reconcilió con Dios y nos dio la posibilidad de tener una relación con Él. Además, este versículo enfatiza que Jesús no tenía pecado en sí mismo, lo que lo hace el único capaz de llevar nuestros pecados y ser el sacrificio perfecto. Es por eso que la muerte y resurrección de Jesús son fundamentales en la fe cristiana.
1Jo 3:6 Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido.
1Jo 3:6 Este versículo se refiere a la relación entre un creyente y Dios. "Permanecer en Él" se refiere a permanecer en una relación continua y cercana con Dios a través de la fe en Jesucristo. Si alguien permanece en Él, significa que ha nacido de nuevo y ha sido transformado por la obra del Espíritu Santo en su vida. Como resultado, esa persona no vive una vida caracterizada por el pecado. Sin embargo, si alguien sigue pecando sin arrepentimiento y se niega a confiar en Cristo, entonces no ha visto ni conocido verdaderamente a Dios. Este versículo no significa que los creyentes nunca pecarán, sino más bien que el pecado no es la práctica habitual de su vida. Cuando los creyentes pecan, se sienten convencidos y se vuelven a Dios en arrepentimiento.
1Jo 3:7 Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo.
1Jo 3:7 Este versículo es un llamado a los creyentes a no dejar que nadie los engañe en cuanto a lo que es justo y la forma en que se debe vivir en justicia. El versículo dice que aquel que hace justicia es justo, al igual que Dios es justo. Por lo tanto, los creyentes deben seguir el ejemplo de Dios y hacer lo que es justo. Esto implica actuar con integridad y justicia en todas sus acciones y decisiones. En resumen, el versículo nos anima a ser justos y a buscar la justicia en todas nuestras acciones.
1Jo 3:8 El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.
1Jo 3:8 Este versículo de 1 Juan 3:8 del Nuevo Testamento indica que aquellos que practican el pecado son considerados como pertenecientes al diablo, ya que el diablo ha estado pecando desde el principio y se opone a Dios y a sus mandamientos. Sin embargo, la razón principal por la que Jesucristo vino al mundo fue para deshacer las obras del diablo y liberar a las personas del pecado. Es decir, Jesucristo vino para salvar a la humanidad y liberarla del poder del diablo, permitiendo que las personas puedan tener una relación con Dios y una vida plena y significativa.
1Jo 3:9 Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.
1Jo 3:9 Este versículo nos habla de la transformación que ocurre en la vida de una persona cuando se convierte a Dios y nace de nuevo espiritualmente. Cuando alguien es nacido de Dios, ya no vive una vida dominada por el pecado, sino que se esfuerza por hacer la voluntad de Dios y vivir en santidad. El versículo dice que la simiente de Dios permanece en la persona, lo cual significa que el Espíritu Santo habita en ella y la guía en su vida cristiana. La persona no puede seguir pecando porque ha experimentado un cambio interior que le permite resistir la tentación y vivir en justicia. Esto no significa que la persona nunca volverá a pecar, ya que todos somos imperfectos y podemos caer en pecado de vez en cuando. Sin embargo, este versículo nos anima a seguir esforzándonos por vivir en santidad y a confiar en el poder de Dios para ayudarnos a vencer el pecado en nuestras vidas.
1Jo 3:10 En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.
1Jo 3:10 Este versículo de la primera epístola de Juan establece una distinción clara entre los que son hijos de Dios y los que son hijos del diablo. Se dice que los hijos de Dios se manifiestan por hacer justicia y por amar a su hermano, lo que significa que viven sus vidas de acuerdo con los valores y principios que Dios ha establecido. Por otro lado, aquellos que no hacen justicia y no aman a su hermano, no son considerados hijos de Dios, sino que se les llama hijos del diablo, ya que sus acciones no reflejan los valores de Dios. En resumen, este versículo nos recuerda la importancia de vivir nuestras vidas de manera justa y amorosa, y nos advierte sobre la posibilidad de estar alejados de Dios si no actuamos de esa manera.
1Jo 3:11 Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros.
1Jo 3:11 Este versículo de 1 Juan 3:11 nos recuerda que el mensaje principal de la fe cristiana es amarnos unos a otros. Desde el principio, este ha sido el mandato de Dios para su pueblo: amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. El amor es la base de toda la fe y el fundamento de la comunidad cristiana. Por lo tanto, debemos ser amorosos, respetuosos y compassivos con nuestra familia, amigos, vecinos y especialmente con aquellos que están en necesidad. Este amor debe manifestarse en acciones concretas y en palabras amables. El amor es un reflejo del amor de Dios y nos muestra el camino hacia la paz, la justicia y la unidad.
1Jo 3:12 No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas.
1Jo 3:12 Este verso se refiere a la historia bíblica de Caín y Abel en Génesis capítulo 4. Caín y Abel eran hermanos, hijos de Adán y Eva. Caín, sin embargo, se convirtió en un asesino y mató a su hermano Abel por celos y envidia, ya que Dios aceptó los sacrificios de Abel pero no los de Caín. En 1 Juan 3:12 se compara a los lectores con Abel, cuyas obras eran justas, mientras que a los malvados se les compara con Caín, cuyas obras eran malvadas. La moraleja es que aquellos que hacen el bien y siguen la voluntad de Dios serán recompensados, mientras que los malvados recibirán castigo.
1Jo 3:13 Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece.
1Jo 3:13 Este versículo se encuentra en la primera epístola de Juan, capítulo 3, versículo 13. En este versículo, Juan se dirige a sus hermanos en la fe y les dice que no deben sorprenderse si el mundo los odia y los rechaza. Esto se debe a que cuando seguimos a Jesús y vivimos según sus enseñanzas, estamos en desacuerdo con el mundo y sus valores. El mundo puede oponerse a nosotros, pero debemos continuar viviendo en la verdad y el amor de Cristo. Este versículo es un recordatorio para los cristianos de que la persecución y el rechazo son una parte normal de seguir a Jesús en un mundo que está en rebelión contra él.
1Jo 3:14 Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte.
1Jo 3:14 Este versículo en 1 Juan 3:14 significa que los creyentes en Jesucristo saben con certeza que han abandonado la muerte espiritual y han pasado a la vida eterna, porque demostramos amor por nuestros hermanos en la fe. La prueba de que realmente estamos vivos es nuestra capacidad para amar a los demás, especialmente a aquellos que comparten nuestra fe cristiana. Si no amamos a nuestros hermanos, entonces estamos en un estado de muerte espiritual y no hemos experimentado la vida verdadera que Cristo ofrece. En resumen, el amor hacia nuestros hermanos es una señal clara de vida espiritual y una evidencia de nuestra salvación.
1Jo 3:15 Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él.
1Jo 3:15 Este versículo habla sobre el pecado del odio hacia nuestros hermanos. El apóstol Juan es muy claro en que aquellos que odian a su hermano son considerados homicidas en su corazón. La realidad es que el odio lleva a la muerte, no solo física, sino también espiritual. Si no amamos a nuestro hermano, estamos en contra de lo que Dios desea para nosotros: el amor y la unidad. Si no hay amor, no hay vida eterna en nosotros. Por lo tanto, debemos buscar siempre el perdón y la reconciliación con aquellos que hemos ofendido.
1Jo 3:16 En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.
1Jo 3:16 Este versículo habla del amor de Dios hacia nosotros. Nos dice que Dios demostró su amor por nosotros al sacrificar a su propio Hijo, Jesucristo, por nuestros pecados. Como consecuencia, nosotros debemos estar dispuestos a sacrificar nuestras vidas por nuestros hermanos, es decir, por nuestros hermanos en la fe y por nuestros prójimos. Esto significa estar dispuestos a poner las necesidades y bienestar de los demás por encima de los nuestros y estar listos para ayudarlos y apoyarlos, incluso si eso significa poner en riesgo nuestra propia vida. En resumen, este versículo nos enseña a amar a los demás como Dios nos amó y demostró su amor por nosotros.
1Jo 3:17 Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?
1Jo 3:17 Este versículo en 1 Juan 3:17 del Nuevo Testamento habla de cómo el amor de Dios no puede estar presente en alguien que tiene muchos bienes materiales y es indiferente ante la necesidad de su hermano. Aquí, 'hermano' se refiere a cualquier persona necesitada que necesita ayuda. La pregunta retórica planteada en el versículo es una forma de demostrar que alguien que tiene la capacidad de ayudar a su hermano en necesidad, pero decide no hacer nada, no puede considerarse alguien que ama a Dios verdaderamente. En resumen, la falta de misericordia y amor por los demás indica una escasez del amor de Dios en nuestro corazón.
1Jo 3:18 Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.
1Jo 3:18 Este versículo de 1 Juan 3:18 nos invita a dejar de lado las palabras vacías y las promesas vacías y demostrar nuestro amor por Dios y por los demás a través de nuestras acciones diarias. En lugar de decir que amamos a alguien, debemos mostrar nuestro amor mediante nuestras acciones, tratando a los demás con bondad, generosidad y compasión. Además, debemos demostrar nuestro amor en la verdad y la sinceridad, sin pretender o fingir para ganar la aprobación de los demás. En resumen, debemos vivir nuestras vidas de una manera que refleje nuestro amor verdadero y auténtico por Dios y por aquellos que nos rodean.
1Jo 3:19 Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él;
1Jo 3:19 Este versículo de la Primera de Juan, capítulo 3, verso 19, nos muestra que al vivir nuestras vidas de acuerdo con la verdad de Dios, podemos tener la seguridad de que somos parte de su plan divino, y que nuestros corazones pueden estar tranquilos y seguros en su presencia. En otras palabras, si seguimos las enseñanzas de la verdad de Dios, podemos tener confianza en nuestra relación con Él y en su amor por nosotros.
1Jo 3:20 pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas.
1Jo 3:20 Este versículo significa que si alguna vez nos sentimos culpables o temerosos en nuestro corazón, todavía podemos encontrar consuelo en que Dios es mayor que nuestras emociones y sabe todas las cosas. En otras palabras, Dios es más grande que cualquier vergüenza o culpa que podamos sentir, y podemos confiar en Él para guiarnos hacia la verdad y la paz. También nos recuerda que no podemos esconder nada de Dios, ya que Él lo sabe todo. Por lo tanto, es importante buscar la dirección y la orientación de Dios en lugar de confiar en nuestros propios sentimientos o pensamientos.
1Jo 3:21 Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios;
1Jo 3:21 Este versículo se encuentra en la primera epístola de Juan, capítulo 3, verso 21. En este pasaje, Juan está hablando sobre nuestra relación con Dios y cómo la confianza en Dios se relaciona con nuestra conciencia. El versículo comienza con "Amados", lo que indica que Juan está hablando a los creyentes en Cristo que han sido redimidos por su amor. Luego, se refiere al corazón, que en este contexto se refiere a nuestra conciencia, nuestra capacidad de distinguir el bien del mal. Juan dice que si nuestro corazón no nos reprende, lo que significa que no sentimos culpa o remordimiento por algo que hemos hecho, entonces tenemos confianza en Dios. En otras palabras, si nuestro corazón está en paz y no nos acusa de haber hecho algo mal, entonces podemos confiar en que estamos viviendo de acuerdo con la voluntad de Dios y que estamos agradando a Él. La confianza en Dios se basa en una conciencia limpia y una vida de rectitud delante de Él. En resumen, este versículo nos recuerda que nuestra confianza en Dios está estrechamente relacionada con nuestra conciencia y nuestra vida de rectitud delante de Él. Si estamos viviendo en armonía con la voluntad de Dios, podemos tener la seguridad de que confiamos en Él.
1Jo 3:22 y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él.
1Jo 3:22 Este versículo hace referencia a la promesa de Dios de escuchar y responder nuestras oraciones cuando las hacemos conforme a su voluntad y obedecemos sus mandamientos. Si somos obedientes a Dios, guardamos sus mandamientos y hacemos lo que es agradable para él, podemos estar seguros de que él responderá nuestras peticiones y nos concederá lo que le pedimos. Sin embargo, esto no significa que podemos pedir cualquier cosa que queramos y esperar que Dios lo conceda, sino que debemos orar con humildad y sabiduría, pidiéndole a Dios cosas que estén en línea con su voluntad y propósito para nuestras vidas.
1Jo 3:23 Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado.
1Jo 3:23 Este versículo se refiere al mandamiento de Dios para nosotros como creyentes. El primer mandamiento es que creamos plenamente en el nombre de su Hijo Jesucristo. Esto significa que debemos creer en su mensaje y en su propósito como nuestro Salvador. El segundo mandamiento es que nos amemos unos a otros como Dios nos ha mandado. Esto significa que debemos amar a los demás de una manera que honre y glorifique a Dios, y que refleje el amor que Jesús nos mostró a través de Su vida y muerte en la cruz. Juntos, estos dos mandamientos resumen lo que Dios espera de nosotros como creyentes: Fe en Jesucristo y amor por los demás. Si seguimos estos mandamientos, estaremos viviendo de acuerdo con la voluntad de Dios y estaremos más cerca de Él.
1Jo 3:24 Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.
1Jo 3:24 Este versículo de la Primera Epístola de Juan habla sobre la importancia de obedecer los mandamientos de Dios. Quienes obedecen los mandamientos de Dios permanecen en él y Dios permanece en ellos a través del Espíritu Santo. Esto significa que los cristianos que viven según los mandamientos de Dios pueden estar seguros de que Dios está con ellos y los guía por medio del Espíritu Santo. Es una invitación a confiar en el Señor y seguir sus mandamientos para obtener la plenitud de su amor y gracia en nuestras vidas.