En busca de la verdadera belleza interior: el mensaje de 1 Pedro 3


Primeramente, el libro de 1 Pedro es una epístola escrita por el apóstol Pedro dirigida a los cristianos que vivían en la región de Asia Menor. En el capítulo 3, Pedro habla sobre cómo los cristianos deben vivir en armonía y unidad, siendo compasivos, amables y humildes unos con otros. El capítulo comienza con instrucciones específicas para las esposas cristianas, exhortándolas a someterse a sus esposos, no por imposición, sino por amor y respeto. Pedro les recuerda la idea bíblica de que la belleza verdadera viene del corazón, y no de la ropa o el maquillaje. Luego, Pedro se dirige a los esposos, pidiéndoles que sean considerados y respetuosos hacia sus esposas. Los maridos deben honrar a sus esposas, tener cuidado de ellas y tratarlas con amor y comprensión. Pedro también enfatiza que los esposos deben respetar el papel especial de las mujeres como cooperadoras en la obra de Dios. Pedro anima a los cristianos a vivir en paz y armonía, evitando el mal y buscando el bien. Él les recuerda que "los ojos del Señor miran a los justos y sus oídos están atentos a sus oraciones". Pedro les anima a seguir el ejemplo de Cristo, quien sufrió injustamente pero no respondió con violencia o insultos. El capítulo 3 concluye con una reflexión sobre el significado del bautismo. Pedro explica que el bautismo no es simplemente un lavado físico, sino un compromiso interior de limpiarse del pecado y seguir a Cristo. El bautismo nos identifica como seguidores de Cristo y nos da la seguridad de que Dios nos salvará. En resumen, el capítulo 3 de 1 Pedro nos recuerda la importancia de vivir en armonía y unidad, de tratar a los demás con amor y respeto, y de seguir el ejemplo de Cristo. También nos enseña que el bautismo es un compromiso interior de seguir a Cristo y de vivir una vida santa y justa. Estas enseñanzas son relevantes no solo para los cristianos en la época de Pedro, sino para nosotros hoy en día.

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1Pe 3:1 Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas,
1Pe 3:2 considerando vuestra conducta casta y respetuosa.
1Pe 3:3 Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos,
1Pe 3:4 sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.
1Pe 3:5 Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos;
1Pe 3:6 como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza.
1Pe 3:7 Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.
1Pe 3:8 Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables;
1Pe 3:9 no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.
1Pe 3:10 Porque: El que quiere amar la vida Y ver días buenos, Refrene su lengua de mal, Y sus labios no hablen engaño;
1Pe 3:11 Apártese del mal, y haga el bien; Busque la paz, y sígala.
1Pe 3:12 Porque los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.
1Pe 3:13 ¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien?
1Pe 3:14 Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis,
1Pe 3:15 sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros;
1Pe 3:16 teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.
1Pe 3:17 Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal.
1Pe 3:18 Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;
1Pe 3:19 en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados,
1Pe 3:20 los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua.
1Pe 3:21 El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo,
1Pe 3:22 quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades.

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