Explorando la profundidad de la fe cristiana: Estudio en profundidad de Colosenses 2 del Nuevo Testamento


El libro de Colosenses, que es parte del Nuevo Testamento, es una carta enviada por el apóstol Pablo a la comunidad de cristianos en Colosas. En el segundo capítulo del libro, se aborda el tema de la verdadera sabiduría y los falsos maestros que están tratando de engañar a los creyentes. En el primer versículo del capítulo dos, Pablo expresa su deseo de que los cristianos en Colosas tengan una comprensión completa de la verdad y la riqueza de la sabiduría divina en Cristo Jesús. Luego, en los versículos siguientes, el apóstol advierte a los creyentes sobre los falsos maestros que enseñan doctrinas engañosas y contrarias a las enseñanzas de Cristo. Pablo hace hincapié en que toda la plenitud de la divinidad habita en Cristo y que a través de él, los cristianos son llevados a la plenitud. Además, él sostiene que los rituales y prácticas religiosas que algunos están tratando de imponer a los creyentes no son necesarios para su salvación, ya que en Cristo todos los cristianos han sido circuncidados espiritualmente y bautizados en el Espíritu. En resumen, el capítulo dos de Colosenses destaca la importancia de tener una comprensión clara de la sabiduría divina en Cristo y la necesidad de resistir las enseñanzas falsas que buscan desviar a los creyentes de la verdad. Pone énfasis en que la plenitud de la divinidad habita en Cristo y en que los rituales religiosos no son necesarios para la salvación. En lugar de eso, la clave para la fe verdadera es mantenerse firmes en la verdad de Cristo.

Pincha en cada uno de los versículos para obterner una explicación más detallada de él.

Col 2:1 Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro;
Col 2:2 para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo,
Col 2:3 en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.
Col 2:4 Y esto lo digo para que nadie os engañe con palabras persuasivas.
Col 2:5 Porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante en espíritu estoy con vosotros, gozándome y mirando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe en Cristo.
Col 2:6 Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él;
Col 2:7 arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.
Col 2:8 Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.
Col 2:9 Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,
Col 2:10 y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.
Col 2:11 En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo;
Col 2:12 sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.
Col 2:13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados,
Col 2:14 anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,
Col 2:15 y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.
Col 2:16 Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo,
Col 2:17 todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.
Col 2:18 Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal,
Col 2:19 y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios.
Col 2:20 Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos
Col 2:21 tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques
Col 2:22 (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso?
Col 2:23 Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.

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