Descubre la sabiduría y la gratitud en el Libro 3 de Filipenses


El libro de Filipenses es uno de los epístolas del Nuevo Testamento que fue escrita por el apóstol Pablo a la comunidad cristiana de Filipos. El capítulo 3 de este libro es una reflexión profunda sobre el valor de la fe y la gracia de Dios. En este capítulo, Pablo comienza recordando su pasado como fariseo y su confianza en su propia justicia. Sin embargo, después de su encuentro con Cristo, Pablo entendió que la relación con Dios no se basa en las buenas obras sino en la fe en Jesús. Es por eso que invita a los filipenses a seguir su ejemplo y a no poner su confianza en sus propias acciones sino en la gracia de Dios. En este sentido, Pablo habla de la crueldad de los oponentes que enseñan la observancia de la ley como una condición para la salvación. Pero a pesar de los desafíos que enfrentan, Pablo alienta a los filipenses a mantener su fe y a perseverar en su camino hacia la meta de la vida eterna. En el resto del capítulo, Pablo compara la vida cristiana con una carrera y describe la disciplina necesaria para seguir adelante y alcanzar la meta. También habla de nuestro ciudadanía celestial y nuestra esperanza en un Salvador que transformará nuestros cuerpos mortales en cuerpos gloriosos. En resumen, el capítulo 3 de Filipenses es una meditación profunda sobre la naturaleza de la fe y la relación con Dios. Invita a los creyentes a dejar atrás su confianza en las buenas obras y a poner su fe en la gracia de Dios. Nos recuerda la importancia de mantenernos firmes en nuestra fe a pesar de los desafíos y nos alienta a perseverar en nuestra carrera hacia la vida eterna. En resumen, el capítulo 3 de Filipenses es una llamada a la humildad, la perseverancia y la esperanza en Dios.

Pincha en cada uno de los versículos para obterner una explicación más detallada de él.

Phi 3:1 Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor. A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro.
Phi 3:2 Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo.
Phi 3:3 Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne.
Phi 3:4 Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más:
Phi 3:5 circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo;
Phi 3:6 en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible.
Phi 3:7 Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.
Phi 3:8 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo,
Phi 3:9 y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;
Phi 3:10 a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte,
Phi 3:11 si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.
Phi 3:12 No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.
Phi 3:13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,
Phi 3:14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Phi 3:15 Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios.
Phi 3:16 Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa.
Phi 3:17 Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros.
Phi 3:18 Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo;
Phi 3:19 el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal.
Phi 3:20 Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
Phi 3:21 el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.

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