Explorando las enseñanzas poderosas del Libro 2 de Romanos en el Nuevo Testamento


El Libro 2 de Romanos del Nuevo Testamento es una carta escrita por el apóstol Pablo a la iglesia de Roma. En el libro, Pablo continúa explicando la doctrina de la justificación por la fe, que es la creencia de que la salvación se obtiene a través de la fe en Jesucristo y no por las obras de la ley. En los primeros capítulos del libro, Pablo señala que tanto los gentiles como los judíos, son pecadores y necesitan la gracia y el perdón de Dios. También se enfoca en el hecho de que la ley de Moisés debería ser vista como una guía para vivir correctamente y no como una forma de ganarse la salvación. En el Capítulo 5, Pablo explica que la justificación nos da paz con Dios y la reconciliación con Él. Del mismo modo, en los Capítulos 6 y 7, Pablo argumenta que los cristianos están libres del pecado y ahora son esclavos de la justicia, y deberían vivir sus vidas de acuerdo a esto. En los siguientes capítulos, Pablo habla sobre cómo la nueva vida en Cristo no solo incluye la liberación del pecado, sino que también implica vivir en el Espíritu y ser guiados por Él. En el Capítulo 12, Pablo nos da un mandato de cómo debemos vivir nuestras vidas como cristianos, enfatizando la importancia de amar y servir a los demás y no conformarse al mundo. Finalmente, en el Capítulo 16, Pablo concluye su carta saludando a varios miembros de la iglesia en Roma y dándoles instrucciones finales. En resumen, Romanos 2 es una parte crucial de la enseñanza de Pablo sobre la justificación por la fe, el pecado y la vida cristiana en general.

Pincha en cada uno de los versículos para obterner una explicación más detallada de él.

Rom 2:1 Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo.
Rom 2:2 Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad.
Rom 2:3 ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios?
Rom 2:4 ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?
Rom 2:5 Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios,
Rom 2:6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras:
Rom 2:7 vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad,
Rom 2:8 pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia;
Rom 2:9 tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego,
Rom 2:10 pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego;
Rom 2:11 porque no hay acepción de personas para con Dios.
Rom 2:12 Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados;
Rom 2:13 porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados.
Rom 2:14 Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos,
Rom 2:15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos,
Rom 2:16 en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.
Rom 2:17 He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas en la ley, y te glorías en Dios,
Rom 2:18 y conoces su voluntad, e instruido por la ley apruebas lo mejor,
Rom 2:19 y confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas,
Rom 2:20 instructor de los indoctos, maestro de niños, que tienes en la ley la forma de la ciencia y de la verdad.
Rom 2:21 Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas?
Rom 2:22 Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio?
Rom 2:23 Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios?
Rom 2:24 Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros.
Rom 2:25 Pues en verdad la circuncisión aprovecha, si guardas la ley; pero si eres transgresor de la ley, tu circuncisión viene a ser incircuncisión.
Rom 2:26 Si, pues, el incircunciso guardare las ordenanzas de la ley, ¿no será tenida su incircuncisión como circuncisión?
Rom 2:27 Y el que físicamente es incircunciso, pero guarda perfectamente la ley, te condenará a ti, que con la letra de la ley y con la circuncisión eres transgresor de la ley.
Rom 2:28 Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne;
Rom 2:29 sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.

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