Un viaje a través de la gracia: Descubre el mensaje transformador de Romanos en el Libro 3 del Nuevo Testamento


El libro de Romanos es uno de los libros del Nuevo Testamento de la Biblia que fue escrito por el apóstol Pablo. Este libro es considerado uno de los libros más importantes del Nuevo Testamento, ya que contiene una discusión significativa sobre la justificación por la fe. El tercer libro del libro de Romanos comienza con Pablo abogando por la justificación por la fe en lugar de por las obras. Él afirma que la ley no puede justificar a nadie, sino que solo puede mostrar el pecado. Es solo por la gracia y la fe que uno puede ser justificado ante Dios. Pablo también habla sobre el papel de Cristo como mediador entre Dios y el hombre. Él afirma que, a través de la muerte y resurrección de Cristo, los seres humanos pueden ser reconciliados con Dios. La justificación por la fe también juega un papel importante en la salvación y la vida eterna. Además, el libro de Romanos también aborda temas como el pecado, la muerte y la vida eterna. Pablo argumenta que todos los seres humanos han pecado y que solo a través de la fe en Cristo pueden ser salvados. También habla sobre la lucha entre la carne y el espíritu y la importancia de vivir una vida al servicio de Dios. En resumen, el tercer libro del libro de Romanos es una reflexión profunda sobre la justificación por la fe y la importancia de la obra de Cristo en nuestra salvación. Pablo ofrece una discusión teológica detallada sobre estos temas, así como sobre el pecado, la muerte y la vida eterna. Su mensaje central es que solo a través de la fe en Cristo podemos ser justificados ante Dios y heredar la vida eterna.

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Rom 3:1 ¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿o de qué aprovecha la circuncisión?
Rom 3:2 Mucho, en todas maneras. Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios.
Rom 3:3 ¿Pues qué, si algunos de ellos han sido incrédulos? ¿Su incredulidad habrá hecho nula la fidelidad de Dios?
Rom 3:4 De ninguna manera; antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso; como está escrito: Para que seas justificado en tus palabras, Y venzas cuando fueres juzgado.
Rom 3:5 Y si nuestra injusticia hace resaltar la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Será injusto Dios que da castigo? (Hablo como hombre.)
Rom 3:6 En ninguna manera; de otro modo, ¿cómo juzgaría Dios al mundo?
Rom 3:7 Pero si por mi mentira la verdad de Dios abundó para su gloria, ¿por qué aún soy juzgado como pecador?
Rom 3:8 ¿Y por qué no decir (como se nos calumnia, y como algunos, cuya condenación es justa, afirman que nosotros decimos): Hagamos males para que vengan bienes?
Rom 3:9 ¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado.
Rom 3:10 Como está escrito: No hay justo, ni aun uno;
Rom 3:11 No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios.
Rom 3:12 Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.
Rom 3:13 Sepulcro abierto es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios;
Rom 3:14 Su boca está llena de maldición y de amargura.
Rom 3:15 Sus pies se apresuran para derramar sangre;
Rom 3:16 Quebranto y desventura hay en sus caminos;
Rom 3:17 Y no conocieron camino de paz.
Rom 3:18 No hay temor de Dios delante de sus ojos.
Rom 3:19 Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios;
Rom 3:20 ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.
Rom 3:21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas;
Rom 3:22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia,
Rom 3:23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
Rom 3:24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,
Rom 3:25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,
Rom 3:26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.
Rom 3:27 ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe.
Rom 3:28 Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.
Rom 3:29 ¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles.
Rom 3:30 Porque Dios es uno, y él justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión.
Rom 3:31 ¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley.

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