2 Timoteo: El llamado a la fidelidad en la vida cristiana


2 Timoteo es uno de los libros del Nuevo Testamento que fue escrito por el apóstol Pablo a su discípulo Timoteo. El libro consta de dos capítulos que contienen enseñanzas y exhortaciones destinadas a fortalecer la fe y el ministerio de Timoteo. En el capítulo 1, Pablo comienza recordando la fe sincera que hay en Timoteo y la de su abuela y madre. Continúa exhortando a Timoteo a no tener miedo y a mantener su fe en Dios, quien nos ha llamado a una vida santa y no por nuestras propias obras, sino por su gracia. Pablo también le recuerda a Timoteo el don que tiene de predicar y le anima a usarlo sin temor, ya que Dios le ha dado un espíritu de poder, amor y disciplina en lugar de temor. Además, Pablo le advierte del peligro de las enseñanzas erróneas y advierte a Timoteo que sea cuidadoso con quienes lo rodean. En el resto del capítulo, Pablo habla de su propia situación, ya que se encuentra en la cárcel. Sin embargo, a pesar de su encarcelamiento, Pablo no se desanima y continúa proclamando el evangelio. También habla de algunos que lo han abandonado y de otros que aún están con él. En general, el capítulo 1 de 2 Timoteo se centra en exhortar a Timoteo a permanecer firme en su fe y en su ministerio, incluso en medio de la oposición y la dificultad. Pablo le recuerda a Timoteo que tiene todo lo que necesita en Cristo y le anima a confiar en el poder y la gracia de Dios.

Pincha en cada uno de los versículos para obterner una explicación más detallada de él.

2Ti 1:1 Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús,
2Ti 1:2 a Timoteo, amado hijo: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y de Jesucristo nuestro Señor.
2Ti 1:3 Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día;
2Ti 1:4 deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo;
2Ti 1:5 trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.
2Ti 1:6 Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.
2Ti 1:7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
2Ti 1:8 Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios,
2Ti 1:9 quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos,
2Ti 1:10 pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio,
2Ti 1:11 del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles.
2Ti 1:12 Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.
2Ti 1:13 Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús.
2Ti 1:14 Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros.
2Ti 1:15 Ya sabes esto, que me abandonaron todos los que están en Asia, de los cuales son Figelo y Hermógenes.
2Ti 1:16 Tenga el Señor misericordia de la casa de Onesíforo, porque muchas veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas,
2Ti 1:17 sino que cuando estuvo en Roma, me buscó solícitamente y me halló.
2Ti 1:18 Concédale el Señor que halle misericordia cerca del Señor en aquel día. Y cuánto nos ayudó en Efeso, tú lo sabes mejor.

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