Perseverando en la fe: Explorando los temas de 2 Corintios en el Nuevo Testamento


El libro 2 Corintios del Nuevo Testamento es una carta escrita por el apóstol Pablo a la iglesia de Corinto, una ciudad en la antigua Grecia. En el capítulo 4, Pablo comienza hablando acerca de su ministerio y cómo lo lleva a cabo a pesar de los obstáculos. Él dice que su ministerio no se basa en engaño ni manipulación, sino que se basa en la verdad y en la gracia de Dios. Pablo también habla sobre el poder de la luz de Dios para transformar y cambiar a las personas. Él compara esta luz con la gloria de Dios que brilla en el rostro de Jesucristo. A través de la predicación del Evangelio, la luz de Dios brilla en los corazones de las personas y las transforma en nuevas criaturas en Cristo. Además, Pablo habla de la lucha que enfrenta como apóstol y cómo su fe y perseverancia son fortalecidas por estas pruebas. Él dice que aunque puede verse abatido por las dificultades y las aflicciones, no está abatido en espíritu porque confía en la promesa de vida eterna que Dios ha preparado para él. En resumen, el capítulo 4 de 2 Corintios del Nuevo Testamento habla de la importancia de la verdad y la gracia de Dios en el ministerio cristiano, y cómo la luz de Dios transforma a las personas en nuevas criaturas en Cristo. También enfatiza la importancia de la perseverancia en la fe a pesar de las pruebas y dificultades que enfrentamos como cristianos.

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2Co 4:1 Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos.
2Co 4:2 Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios.
2Co 4:3 Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto;
2Co 4:4 en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.
2Co 4:5 Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús.
2Co 4:6 Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.
2Co 4:7 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros,
2Co 4:8 que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados;
2Co 4:9 perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos;
2Co 4:10 llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos.
2Co 4:11 Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.
2Co 4:12 De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida.
2Co 4:13 Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos,
2Co 4:14 sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con vosotros.
2Co 4:15 Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios.
2Co 4:16 Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.
2Co 4:17 Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria;
2Co 4:18 no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.

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