Explorando la Fe en el Nuevo Testamento de Juan: Descubre los Profundos Mensajes de su Segundo Libro


El Evangelio de Juan, libro 2 del Nuevo Testamento, es una de las cuatro narraciones sobre la vida y ministerio de Jesucristo. El texto cuenta la historia del Hijo de Dios y su impactante llegada a la Tierra. El capítulo 2 comienza con la narración de la boda en Caná, donde Jesús hace su primer milagro al transformar agua en vino. A partir de este acontecimiento, Jesús comienza a ser reconocido como el Mesías. Posteriormente, se relata la expulsión de los mercaderes del templo, donde Jesús muestra su autoridad divina al no permitir que se profane su casa de oración. A continuación, Juan cuenta la conversación de Jesús con Nicodemo, un fariseo que muestra interés en su enseñanza. En esta conversación, Jesús revela la necesidad del nuevo nacimiento espiritual para entrar en el reino de Dios. El capítulo termina con el relato de Jesús y sus discípulos en Jerusalén, donde realiza muchos milagros y el pueblo comienza a seguirlo. Sin embargo, Jesús se muestra cauteloso y no se confía en las personas que creen en él por las señales y maravillas que hace. En resumen, el Libro 2 del Evangelio de Juan presenta la verdad de que Jesús es el Hijo de Dios, el Mesías y el Salvador del mundo. A través de sus palabras y acciones, queda en evidencia que es más que un simple hombre y su venida a la Tierra cambió el curso de la historia para siempre.

Pincha en cada uno de los versículos para obterner una explicación más detallada de él.

Joh 2:1 Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús.
Joh 2:2 Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos.
Joh 2:3 Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino.
Joh 2:4 Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.
Joh 2:5 Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere.
Joh 2:6 Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros.
Joh 2:7 Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba.
Joh 2:8 Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron.
Joh 2:9 Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo,
Joh 2:10 y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora.
Joh 2:11 Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.
Joh 2:12 Después de esto descendieron a Capernaum, él, su madre, sus hermanos y sus discípulos; y estuvieron allí no muchos días.
Joh 2:13 Estaba cerca la pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén,
Joh 2:14 y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados.
Joh 2:15 Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas;
Joh 2:16 y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado.
Joh 2:17 Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume.
Joh 2:18 Y los judíos respondieron y le dijeron: ¿Qué señal nos muestras, ya que haces esto?
Joh 2:19 Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.
Joh 2:20 Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?
Joh 2:21 Mas él hablaba del templo de su cuerpo.
Joh 2:22 Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho.
Joh 2:23 Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía.
Joh 2:24 Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos,
Joh 2:25 y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre.

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