La Vida de Jesús: El Evangelio de Lucas


El capítulo 18 del evangelio de Lucas comienza con la parábola de la viuda persistente y el juez injusto. La historia presenta a una viuda que busca la ayuda de un juez para que la proteja de sus adversarios, pero el juez no está dispuesto a ayudarla. Sin embargo, la mujer sigue pidiéndole ayuda hasta que el juez finalmente se cansa de sus súplicas y la ayuda. A continuación, Lucas presenta la historia del fariseo y el publicano, en la que el fariseo hace una oración arrogante y condenatoria en comparación con la oración humilde del publicano. Esta historia muestra la importancia de la humildad y la necesidad de reconocer nuestra propia imperfección ante Dios. En el siguiente pasaje, Lucas narra el encuentro de Jesús con un joven rico que busca la vida eterna. Jesús le dice que debe vender todas sus posesiones y seguirlo, pero el joven no quiere hacerlo. Esta historia muestra cómo nuestras posesiones pueden ser un obstáculo para seguir completamente a Jesús. El capítulo continúa con Jesús prediciendo su propia muerte y resurrección, y cómo sus discípulos no entendían completamente lo que estaba por venir. Además, Jesús sana a un ciego en su camino a Jericó, lo que lleva a la conversión del público. En resumen, el capítulo 18 del evangelio de Lucas presenta varias historias y enseñanzas importantes sobre la perseverancia en la oración, la humildad, la renuncia a las posesiones materiales y la necesidad de la fe en Jesús. También muestra la predicción de la muerte y resurrección de Jesús y su impacto en los discípulos y en el público en general.

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Luk 18:1 También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar,
Luk 18:2 diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre.
Luk 18:3 Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario.
Luk 18:4 Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre,
Luk 18:5 sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia.
Luk 18:6 Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto.
Luk 18:7 ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?
Luk 18:8 Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?
Luk 18:9 A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola:
Luk 18:10 Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano.
Luk 18:11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;
Luk 18:12 ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.
Luk 18:13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.
Luk 18:14 Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
Luk 18:15 Traían a él los niños para que los tocase; lo cual viendo los discípulos, les reprendieron.
Luk 18:16 Mas Jesús, llamándolos, dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios.
Luk 18:17 De cierto os digo, que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Luk 18:18 Un hombre principal le preguntó, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
Luk 18:19 Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo Dios.
Luk 18:20 Los mandamientos sabes: No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre.
Luk 18:21 El dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud.
Luk 18:22 Jesús, oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.
Luk 18:23 Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico.
Luk 18:24 Al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!
Luk 18:25 Porque es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.
Luk 18:26 Y los que oyeron esto dijeron: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?
Luk 18:27 El les dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios.
Luk 18:28 Entonces Pedro dijo: He aquí, nosotros hemos dejado nuestras posesiones y te hemos seguido.
Luk 18:29 Y él les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios,
Luk 18:30 que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna.
Luk 18:31 Tomando Jesús a los doce, les dijo: He aquí subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre.
Luk 18:32 Pues será entregado a los gentiles, y será escarnecido, y afrentado, y escupido.
Luk 18:33 Y después que le hayan azotado, le matarán; mas al tercer día resucitará.
Luk 18:34 Pero ellos nada comprendieron de estas cosas, y esta palabra les era encubierta, y no entendían lo que se les decía.
Luk 18:35 Aconteció que acercándose Jesús a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando;
Luk 18:36 y al oír a la multitud que pasaba, preguntó qué era aquello.
Luk 18:37 Y le dijeron que pasaba Jesús nazareno.
Luk 18:38 Entonces dio voces, diciendo: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!
Luk 18:39 Y los que iban delante le reprendían para que callase; pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!
Luk 18:40 Jesús entonces, deteniéndose, mandó traerle a su presencia; y cuando llegó, le preguntó,
Luk 18:41 diciendo: ¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: Señor, que reciba la vista.
Luk 18:42 Jesús le dijo: Recíbela, tu fe te ha salvado.
Luk 18:43 Y luego vio, y le seguía, glorificando a Dios; y todo el pueblo, cuando vio aquello, dio alabanza a Dios.

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