La redención perdurable: Un recorrido por el Evangelio de Lucas del Libro 23 del Nuevo Testamento


El libro del Nuevo Testamento de Lucas se divide en tres partes: el evangelio de Lucas, los Hechos de los Apóstoles y el Evangelio según San Lucas. El Libro 23 se refiere específicamente al juicio y la crucifixión de Jesús. El capítulo comienza con Jesús siendo llevado ante Pilatos, el gobernador romano, quien lo interroga sobre las acusaciones de los líderes judíos de que se hace pasar por el rey de los judíos. Pilatos no encuentra ninguna culpa en Jesús y decide enviarlo a Herodes, quien también lo interroga antes de enviarlo de regreso a Pilatos. Pilatos intenta liberar a Jesús, pero la multitud enfurecida exige que se le conceda la liberación de Barrabás, un criminal convicto en lugar de Jesús. Pilatos cede a la multitud y Jesús es condenado a ser crucificado. Jesús lleva su propia cruz al lugar de la crucifixión, donde dos criminales también son crucificados junto a él. A pesar de los insultos de la multitud y de uno de los criminales, Jesús perdona y ruega por ellos, hasta que finalmente muere en la cruz. Uno de los criminales se arrepiente y reconoce la inocencia y la divinidad de Jesús justo antes de morir. El cuerpo de Jesús es puesto en un sepulcro, pero es descubierto que ha resucitado tres días después. El capítulo concluye con la reunión de los discípulos después de la Resurrección de Jesús, donde Jesús les muestra sus manos y pies para demostrar que es él mismo y les dice que vayan a predicar su mensaje al mundo.

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Luk 23:1 Levantándose entonces toda la muchedumbre de ellos, llevaron a Jesús a Pilato.
Luk 23:2 Y comenzaron a acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte a la nación, y que prohibe dar tributo a César, diciendo que él mismo es el Cristo, un rey.
Luk 23:3 Entonces Pilato le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y respondiéndole él, dijo: Tú lo dices.
Luk 23:4 Y Pilato dijo a los principales sacerdotes, y a la gente: Ningún delito hallo en este hombre.
Luk 23:5 Pero ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí.
Luk 23:6 Entonces Pilato, oyendo decir, Galilea, preguntó si el hombre era galileo.
Luk 23:7 Y al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que en aquellos días también estaba en Jerusalén.
Luk 23:8 Herodes, viendo a Jesús, se alegró mucho, porque hacía tiempo que deseaba verle; porque había oído muchas cosas acerca de él, y esperaba verle hacer alguna señal.
Luk 23:9 Y le hacía muchas preguntas, pero él nada le respondió.
Luk 23:10 Y estaban los principales sacerdotes y los escribas acusándole con gran vehemencia.
Luk 23:11 Entonces Herodes con sus soldados le menospreció y escarneció, vistiéndole de una ropa espléndida; y volvió a enviarle a Pilato.
Luk 23:12 Y se hicieron amigos Pilato y Herodes aquel día; porque antes estaban enemistados entre sí.
Luk 23:13 Entonces Pilato, convocando a los principales sacerdotes, a los gobernantes, y al pueblo,
Luk 23:14 les dijo: Me habéis presentado a éste como un hombre que perturba al pueblo; pero habiéndole interrogado yo delante de vosotros, no he hallado en este hombre delito alguno de aquellos de que le acusáis.
Luk 23:15 Y ni aun Herodes, porque os remití a él; y he aquí, nada digno de muerte ha hecho este hombre.
Luk 23:16 Le soltaré, pues, después de castigarle.
Luk 23:17 Y tenía necesidad de soltarles uno en cada fiesta.
Luk 23:18 Mas toda la multitud dio voces a una, diciendo: ¡Fuera con éste, y suéltanos a Barrabás!
Luk 23:19 Este había sido echado en la cárcel por sedición en la ciudad, y por un homicidio.
Luk 23:20 Les habló otra vez Pilato, queriendo soltar a Jesús;
Luk 23:21 pero ellos volvieron a dar voces, diciendo: ¡Crucifícale, crucifícale!
Luk 23:22 El les dijo por tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ningún delito digno de muerte he hallado en él; le castigaré, pues, y le soltaré.
Luk 23:23 Mas ellos instaban a grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los principales sacerdotes prevalecieron.
Luk 23:24 Entonces Pilato sentenció que se hiciese lo que ellos pedían;
Luk 23:25 y les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio, a quien habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos.
Luk 23:26 Y llevándole, tomaron a cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús.
Luk 23:27 Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él.
Luk 23:28 Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos.
Luk 23:29 Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no criaron.
Luk 23:30 Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Cubridnos.
Luk 23:31 Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?
Luk 23:32 Llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos.
Luk 23:33 Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
Luk 23:34 Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.
Luk 23:35 Y el pueblo estaba mirando; y aun los gobernantes se burlaban de él, diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios.
Luk 23:36 Los soldados también le escarnecían, acercándose y presentándole vinagre,
Luk 23:37 y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
Luk 23:38 Había también sobre él un título escrito con letras griegas, latinas y hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.
Luk 23:39 Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.
Luk 23:40 Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación?
Luk 23:41 Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo.
Luk 23:42 Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
Luk 23:43 Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
Luk 23:44 Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
Luk 23:45 Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad.
Luk 23:46 Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.
Luk 23:47 Cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo.
Luk 23:48 Y toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían golpeándose el pecho.
Luk 23:49 Pero todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas.
Luk 23:50 Había un varón llamado José, de Arimatea, ciudad de Judea, el cual era miembro del concilio, varón bueno y justo.
Luk 23:51 Este, que también esperaba el reino de Dios, y no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos,
Luk 23:52 fue a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
Luk 23:53 Y quitándolo, lo envolvió en una sábana, y lo puso en un sepulcro abierto en una peña, en el cual aún no se había puesto a nadie.
Luk 23:54 Era día de la preparación, y estaba para comenzar el día de reposo.
Luk 23:55 Y las mujeres que habían venido con él desde Galilea, siguieron también, y vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo.
Luk 23:56 Y vueltas, prepararon especias aromáticas y ungüentos; y descansaron el día de reposo, conforme al mandamiento.

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