Marcos 3: El Evangelio de la Autoridad del Hijo de Dios


El libro del Nuevo Testamento de Marcos capítulo 3 es un relato sobre la controversia que rodea a Jesús y su ministerio hasta el punto en que sus propios parientes piensan que está loco y los líderes religiosos deciden matarlo. El capítulo comienza con la curación de un hombre con una mano seca en el día de reposo en la sinagoga, lo que provoca la ira de los fariseos que están observando. Luego, Jesús se retira a una montaña donde elige a sus doce discípulos, lo que establece la fundación de su iglesia. Después, el capítulo narra cómo Jesús vuelve a casa y es recibido con una multitud tan grande que ni siquiera tiene tiempo para comer. Sin embargo, cuando su familia intenta intervenir para evitar que la gente lo abrume, Jesús los rechaza y les dice que su verdadera familia son aquellos que hacen la voluntad de Dios. La controversia continúa cuando los escribas acusan a Jesús de estar poseído por Belcebú, el príncipe de los demonios, y Jesús les dice que están blasfemando contra el Espíritu Santo, lo que no será perdonado. En cambio, sólo aquellos que crean en la misión de Jesús y hagan la voluntad de Dios serán salvados. El capítulo concluye con una advertencia sobre la hipocresía y la necesidad de vivir una vida coherente con la fe, y cómo incluso la propia familia de Jesús puede ser tentada a pensar que está loco. En resumen, el capítulo 3 es una narración de la controversia que rodea a Jesús y su mensaje, y cómo incluso aquellos más cercanos a él pueden ser tentados a dudar o rechazar su misión.

Pincha en cada uno de los versículos para obterner una explicación más detallada de él.

Mar 3:1 Otra vez entró Jesús en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía seca una mano.
Mar 3:2 Y le acechaban para ver si en el día de reposo le sanaría, a fin de poder acusarle.
Mar 3:3 Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio.
Mar 3:4 Y les dijo: ¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? Pero ellos callaban.
Mar 3:5 Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana.
Mar 3:6 Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él para destruirle.
Mar 3:7 Mas Jesús se retiró al mar con sus discípulos, y le siguió gran multitud de Galilea. Y de Judea,
Mar 3:8 de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, y de los alrededores de Tiro y de Sidón, oyendo cuán grandes cosas hacía, grandes multitudes vinieron a él.
Mar 3:9 Y dijo a sus discípulos que le tuviesen siempre lista la barca, a causa del gentío, para que no le oprimiesen.
Mar 3:10 Porque había sanado a muchos; de manera que por tocarle, cuantos tenían plagas caían sobre él.
Mar 3:11 Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.
Mar 3:12 Mas él les reprendía mucho para que no le descubriesen.
Mar 3:13 Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él.
Mar 3:14 Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar,
Mar 3:15 y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios:
Mar 3:16 a Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro;
Mar 3:17 a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno;
Mar 3:18 a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananista,
Mar 3:19 y Judas Iscariote, el que le entregó. Y vinieron a casa.
Mar 3:20 Y se agolpó de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan.
Mar 3:21 Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí.
Mar 3:22 Pero los escribas que habían venido de Jerusalén decían que tenía a Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios.
Mar 3:23 Y habiéndolos llamado, les decía en parábolas: ¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás?
Mar 3:24 Si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer.
Mar 3:25 Y si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede permanecer.
Mar 3:26 Y si Satanás se levanta contra sí mismo, y se divide, no puede permanecer, sino que ha llegado su fin.
Mar 3:27 Ninguno puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si antes no le ata, y entonces podrá saquear su casa.
Mar 3:28 De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean;
Mar 3:29 pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno.
Mar 3:30 Porque ellos habían dicho: Tiene espíritu inmundo.
Mar 3:31 Vienen después sus hermanos y su madre, y quedándose afuera, enviaron a llamarle.
Mar 3:32 Y la gente que estaba sentada alrededor de él le dijo: Tu madre y tus hermanos están afuera, y te buscan.
Mar 3:33 El les respondió diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos?
Mar 3:34 Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.
Mar 3:35 Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.

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