El Evangelio según Mateo: Explorando el Capítulo 27 del Nuevo Testamento


El libro de Mateo del Nuevo Testamento relata en su capítulo 27 la historia de la crucifixión de Jesús. El capítulo comienza con el relato de cómo los sacerdotes y los ancianos del pueblo acusan a Jesús ante el gobernador romano, Pilatos, de ser un impostor que se autodenomina el rey de los judíos. Pilatos, aunque inicialmente no encuentra ninguna culpa en Jesús, cede a las presiones de la multitud y ordena su crucifixión. Jesús es entonces entregado a los soldados romanos, quienes lo someten a burlas y humillaciones antes de llevarlo al lugar de la crucifixión. Allí, lo crucifican junto a dos ladrones, y la gente se burla de él y le grita que si es el hijo de Dios, debería ser capaz de salvarse a sí mismo. Uno de los ladrones, sin embargo, reconoce la inocencia de Jesús y pide su perdón. Finalmente, Jesús muere en la cruz y un terremoto sacude la tierra. El velo del templo se rasga en dos y la gente comienza a temer. Pilatos ordena que coloquen guardias en el sepulcro de Jesús para evitar que sus seguidores roben su cuerpo y lo declaren resucitado. En resumen, el capítulo 27 del libro de Mateo del Nuevo Testamento describe la crucifixión de Jesús, y muestra cómo la gente que lo rodeaba lo humillaba y burlaba, mientras que otros reconocían su inocencia y lo defendían. Además, el capítulo resalta cómo los eventos que siguen a la muerte de Jesús tienen un gran impacto en la población, y cómo los seguidores de Jesús intentan cuidar su cuerpo y preservar su memoria.

Pincha en cada uno de los versículos para obterner una explicación más detallada de él.

Mat 27:1 Venida la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo entraron en consejo contra Jesús, para entregarle a muerte.
Mat 27:2 Y le llevaron atado, y le entregaron a Poncio Pilato, el gobernador.
Mat 27:3 Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos,
Mat 27:4 diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú!
Mat 27:5 Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó.
Mat 27:6 Los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre.
Mat 27:7 Y después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros.
Mat 27:8 Por lo cual aquel campo se llama hasta el día de hoy: Campo de sangre.
Mat 27:9 Así se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, según precio puesto por los hijos de Israel;
Mat 27:10 y las dieron para el campo del alfarero, como me ordenó el Señor.
Mat 27:11 Jesús, pues, estaba en pie delante del gobernador; y éste le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y Jesús le dijo: Tú lo dices.
Mat 27:12 Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondió.
Mat 27:13 Pilato entonces le dijo: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti?
Mat 27:14 Pero Jesús no le respondió ni una palabra; de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho.
Mat 27:15 Ahora bien, en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, el que quisiesen.
Mat 27:16 Y tenían entonces un preso famoso llamado Barrabás.
Mat 27:17 Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo?
Mat 27:18 Porque sabía que por envidia le habían entregado.
Mat 27:19 Y estando él sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir: No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él.
Mat 27:20 Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que Jesús fuese muerto.
Mat 27:21 Y respondiendo el gobernador, les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: A Barrabás.
Mat 27:22 Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado!
Mat 27:23 Y el gobernador les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado!
Mat 27:24 Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros.
Mat 27:25 Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos.
Mat 27:26 Entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser crucificado.
Mat 27:27 Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y reunieron alrededor de él a toda la compañía;
Mat 27:28 y desnudándole, le echaron encima un manto de escarlata,
Mat 27:29 y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos!
Mat 27:30 Y escupiéndole, tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza.
Mat 27:31 Después de haberle escarnecido, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y le llevaron para crucificarle.
Mat 27:32 Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a éste obligaron a que llevase la cruz.
Mat 27:33 Y cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa: Lugar de la Calavera,
Mat 27:34 le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero después de haberlo probado, no quiso beberlo.
Mat 27:35 Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes, para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.
Mat 27:36 Y sentados le guardaban allí.
Mat 27:37 Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS.
Mat 27:38 Entonces crucificaron con él a dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda.
Mat 27:39 Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza,
Mat 27:40 y diciendo: Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz.
Mat 27:41 De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían:
Mat 27:42 A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él.
Mat 27:43 Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios.
Mat 27:44 Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él.
Mat 27:45 Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
Mat 27:46 Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
Mat 27:47 Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: A Elías llama éste.
Mat 27:48 Y al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber.
Mat 27:49 Pero los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle.
Mat 27:50 Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.
Mat 27:51 Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron;
Mat 27:52 y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;
Mat 27:53 y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.
Mat 27:54 El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios.
Mat 27:55 Estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole,
Mat 27:56 entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
Mat 27:57 Cuando llegó la noche, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de Jesús.
Mat 27:58 Este fue a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo.
Mat 27:59 Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia,
Mat 27:60 y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue.
Mat 27:61 Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro.
Mat 27:62 Al día siguiente, que es después de la preparación, se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos ante Pilato,
Mat 27:63 diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré.
Mat 27:64 Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Y será el postrer error peor que el primero.
Mat 27:65 Y Pilato les dijo: Ahí tenéis una guardia; id, aseguradlo como sabéis.
Mat 27:66 Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia.

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